«Después de un gran dolor»: Emily Dickinson; poema y análisis.


«Después de un gran dolor»: Emily Dickinson; poema y análisis.




«Esta es la Hora de Plomo,
recordada sólo si se la sobrevive,
como los Congelados rememoran la Nieve;
primero el Frío, el Estupor, y luego el Abandono.»



Después de un gran dolor llega una sensación formal (After great pain, a formal feeling comes) es un poema de la escritora norteamericana Emily Dickinson (1830-1886), escrito alrededor de 1862 y publicado de manera póstuma en la antología de 1890: Poemas (Poems).

Después de un gran dolor, uno de los mejores poemas de Emily Dickinson, aborda la situación más dolorosas la experiencia humana: la sensación de entumecimiento, de parálisis y sufrimiento emocional que sigue al trauma; específicamente a la pérdida de un ser querido.

Con gran intuición, Emily Dickinson conjura una poderosa meditación sobre el dolor, particularmente sobre cómo somos incapaces de procesar el duelo de inmediato, y cómo este se sitúa temporalmente en un segundo plano, permitiéndonos funcionar de forma automática, mecánica, antes de que se desate una devastadora tormenta emocional, que a veces llega días, semanas, incluso años después.


«Después de un gran dolor llega una sensación formal.
Los Nervios se yerguen, ceremoniosos como Tumbas.
Rígido, el Corazón se pregunta
si pasó ayer o hace ya Siglos.
Los pies, mecánicos, giran en círculos
sobre un camino de Madera,
de Tierra, de Aire, o de Vacío, que creció en el descuido,
alivio hecho de Cuarzo, como piedra —
Esta es la Hora de Plomo —
recordada sólo si se la sobrevive,
como los Congelados rememoran la Nieve —
primero el Frío, el Estupor, y luego el Abandono.»


Emily Dickinson plantea que existe una «sensación formal» que sigue a un «gran dolor». Este dolor no se especifica, pero no parece ser físico. Más bien, el poema sugiere que está hablando del dolor del duelo, nuestra respuesta por defecto a la muerte de un ser querido. A esto sigue el entumecimiento corporal, una ausencia de respuesta, casi como si experimentáramos la muerte en vida. El propio doliente se convierte en una representación ambulante de la tumba, siente la presencia de la muerte en su propio cuerpo, y la expresa a través de automatismos, pesadez, rigidez, reacciones que suceden al trauma.

La primera parte de Después de un gran dolor es objetiva: la muerte de un ser querido ocupa todo nuestro ser, todos nuestros pensamientos. En cierto modo, la muerte nos invade corporalmente, nos ocupa; todo nuestro ser es consumido por el dolor. Si bien el tiempo puede proporcionar algo de distancia y recogimiento, tras este gran dolor sentimos ansias por el silencio, la soledad, la quietud. Es como si el cuerpo del doliente se convirtiera en una tumba temporal [ver: La muerte en vida]

Emily Dickinson se pregunta cómo podemos seguir funcionando a pesar de esto. La vida continúa y seguimos adelante, pero de forma mecánica, las horas se vuelven de «plomo», apenas avanzan; ya no sabemos si la tragedia «pasó ayer o hace siglos». Curiosamente, esta es la única forma de superar un duelo: seguir adelante. Sin embargo, Emily Dickinson también derrama una nota pesimista cuando habla del «recordado, si se sobrevive», haciendo alusión a los casos donde simplemente no logramos superar esta etapa y nos quedamos estancados [ver: Muerte, a los muertos para siempre]

Con el tiempo, si tenemos suerte, los «Congelados» [los dolientes] «rememoran la Nieve» [la muerte del ser querido] a través de las etapas del duelo: «primero el Frío, el Estupor, y luego el Abandono», es decir, el dejar ir, soltar, lo cual suena inusualmente moderno [ver: Y la Muerte no tendrá dominio]

Creo que todos hemos atravesado uno o varios duelos. Después del «gran dolor» de una muerte, los siguientes días uno simplemente existe. Es como si el cuerpo siguiera con sus hábitos y rutinas, pero la mente está apagada. A veces ni siquiera hay una dramática expresión de dolor; el llanto puede estar ausente, pero el automatismo, los pies que se arrastran lánguidamente mientras el doliente intenta seguir con su vida, puede ser aún más sobrecogedor. Eventualmente llega la descarga de emoción, el llanto, el reproche, el enojo. Al final, el shock pasa, queda el trauma, y el vacío insoportable que sucede al «dejar ir» [ver: «Y con eones extraños incluso la muerte puede morir»]

Después de un gran dolor explora con mucha sutileza el estado mental del doliente: la disociación entre el trauma y el agotamiento físico, la rigidez, la necesidad orgánica de seguir a pesar del entumecimiento emocional. Afortunadamente, Emily Dickinson hace un movimiento hacia el consuelo al final del poema, sugiriendo que esta parálisis o congelación emocional puede superarse mediante la liberación, el abandono, que no es otra cosa que la recuperación de la pulsión de vida.




Después de un gran dolor llega una sensación formal.
After great pain, a formal feeling comes, Emily Dickinson (1830-1886)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Después de un gran dolor llega una sensación formal.
Los Nervios se yerguen, ceremoniosos como Tumbas.
Rígido, el Corazón se pregunta
si pasó ayer o hace ya Siglos.
Los pies, mecánicos, giran en círculos
sobre un camino de Madera,
de Tierra, de Aire, o de Vacío, que creció en el descuido,
alivio hecho de Cuarzo, como piedra —
Esta es la Hora de Plomo —
recordada sólo si se la sobrevive,
como los Congelados rememoran la Nieve —
primero el Frío, el Estupor, y luego el Abandono.


After great pain, a formal feeling comes –
The Nerves sit ceremonious, like Tombs –
The stiff Heart questions ‘was it He, that bore,’
And ‘Yesterday, or Centuries before’?

The Feet, mechanical, go round –
A Wooden way
Of Ground, or Air, or Ought –
Regardless grown,
A Quartz contentment, like a stone –

This is the Hour of Lead –
Remembered, if outlived,
As Freezing persons, recollect the Snow –
First – Chill – then Stupor – then the letting go –


Emily Dickinson (1830-1886)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Emily Dickinson.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Emily Dickinson: Después de un gran dolor (After great pain), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

«Despierto y siento la caída de la oscuridad»: Gerard Manley Hopkins; poema y análisis.


«Despierto y siento la caída de la oscuridad»: Gerard Manley Hopkins; poema y análisis.




«Soy hiel, soy acidez. El decreto más profundo de Dios,
el más amargo, me haría probar: el sabor era yo.»



Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día (I wake and feel the fell of dark, not day) es un poema del escritor inglés Gerard Manley Hopkins (1844-1889), publicado de manera póstuma en la antología de 1918: Poemas de Gerard Manley Hopkins (Poems of Gerard Manley Hopkins).

Despierto y siento la caída oscuridad, como muchos poemas de Gerard Manley Hopkins, es un misterio a pesar de la sencillez del lenguaje. Es importante tener en cuenta que Hopkins sufría una depresión severa, de modo que toda su obra está impregnada de sentimientos de soledad, angustia y duda existencial, y este poema en particular, que forma parte de los sonetos terribles (terrible sonnets), es una síntesis de esas emociones negativas.


«Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día.
¡Qué horas, oh, qué horas negras hemos pasado esta noche!
¡Qué visiones viste, corazón! ¡Qué caminos recorriste!
Y más debe haber, en la aún más larga demora de la luz.»


El Orador despierta y siente «la caída de la oscuridad», es decir, despierta en mitad de la noche. Parece haber tenido pesadillas [«visiones»] en esas «horas negras». El «hemos pasado» no indica que hay alguien más con él; es un recurso que quizás refiere a la mente y al corazón del Orador, es decir, a sus pensamientos y emociones, de modo que todos los aspectos de su ser se vieron afectados por esos «caminos» que recorrió en sueños.

El sufrimiento de la vigilia es una continuación de la pesadilla. El Orador ha despertado con una terrible angustia, y seguirá sufriendo porque «más debe haber en la aún más larga demora de la luz», es decir, durante las horas de oscuridad que quedan. Tampoco puede decirse que esta sea una noche aislada. En los siguientes versos vemos que la experiencia de este despertar en la oscuridad es la continuación de una vida de profunda depresión:


«Con testimonio digo esto. Pero cuando digo horas,
quiero decir años, quiero decir vida. Y mi lamento
son llantos incontables, llantos como cartas muertas
enviadas a mi querido que vive, ¡ay!, lejos.»


La frase: «con testimonio digo esto» señala que estamos ante una experiencia personal; y añade que, cuando dice «horas», en realidad está hablando de «años», por lo que las «horas negras» se traducen en años de depresión, en toda una vida. Del mismo modo, su «lamento» es una síntesis de «llantos incontables» que son como «cartas muertas» a «mi querido». Este «querido» no es otro que Dios, que desde la perspectiva funesta del Orador se encuentra alejado de él. Recordemos que Hopkins era jesuita,

Las «cartas muertas» simbolizan a las plegarias desoídas. Los rezos del Orador a Dios son como «cartas muertas», un desesperado pedido de ayuda que nunca llega. Dios no está ahí, está «lejos», por lo que el Orador solo experimenta su ausencia, como si no viviera entre nosotros, sino en una esfera inalcanzable.


«Soy hiel, soy acidez. El decreto más profundo de Dios,
el más amargo, me haría probar: el sabor era yo;
huesos formados en mí, carne llena, sangre que rebosaba de maldición.»
La levadura del espíritu agria una masa insulsa.
Veo que los perdidos son así,
y su azote es como yo, su sudoroso yo, pero peor.»


Hopkins habla aquí de su condición. Es lícito considerarla tanto un padecimiento mental, o depresión, como un sufrimiento físico. Por eso dice: soy «hiel» [una sustancia muy amarga] y también «ácido». Lo que el Orador siente en su mente repercute en su cuerpo. Ese es el «decreto» de Dios, es decir, el Orador cree que su sufrimiento es la voluntad divina. Dios quiere que saboree la amargura hasta que se esta se convierta en el propio Orador. Por eso dice: «el sabor era yo», es decir, ya no siente el dolor como algo que proviene desde afuera, él mismo es «hiel».

Este «decreto» va más allá de la tradición cristiana sobre el sufrimiento. El Orador considera que su angustia mental y física son cosas que Dios introdujo en su ser. Por eso sus huesos están embebidos en ellas, su carne rebosa de esta «maldición». Aquí, creo, hay otro juego de palabras. La «maldición» se refiere a la depresión insuflada por Dios, pero también a la fe cristiana, más precisamente al mito bíblico de Adán y Eva, donde la humanidad es castigada por desobedecer a Dios.

«Maldita será la tierra por tu causa», dice Dios en el Génesis, y «con dolor comerás de ella todos los días de tu vida». Este podría ser «el decreto más profundo de Dios» al que se refiere Hopkins.

Pero Despierto y siento la caída de la oscuridad no solo echa la culpa a Dios, es un poema profundamente autocrítico. Hopkins se culpa a sí mismo por ser la «levadura» que se expande, crece y contamina su ser. Es un comentario bíblico porque la levadura se usa frecuentemente como analogía del pecado en los textos sagrados. El Orador parece convencido de que su yo fue contaminado, y que esa «levadura» agrió toda su vida.

A pesar de este oscuro estado mental, el Orador se preocupa por los «perdidos», es decir, por los no creyentes. Considera que su «azote» será como el suyo [de naturaleza divina e interna], «pero peor», por carecer de fe en una futura redención. Entonces, el castigo de los «perdidos» es el mismo: ser ellos mismos, pero sin fe. Esto es curioso, porque a pesar de la fe Dios nunca responde [ver: IA y el Golem de Dios]

El Orador está atravesando «la noche oscura del alma», que viene con una explosión del ego. No lo digo en términos peyorativos, sino por experiencia personal. Nunca he sufrido depresión severa, pero tuve mi «noche oscura del alma» en la forma poco elegante de un diagnóstico médico, hace cuatro años. En esos instantes el ego estalla. Me refiero a quedar absorto en uno mismo, a sumirse en las regiones más profundas del ser y, por lo tanto, a sentirse aislado, separado de todo lo demás.

Es curioso que a lo largo del poema el Orador entienda la matriz de su sufrimiento: no puede salir de sus sentimientos negativos. Está inmerso en un infierno de su propia creación.




Despierto y siento la caída de la oscuridad.
I wake and feel the fell of dark, Gerard Manley Hopkins (1844-1889)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día.
¡Qué horas, oh, qué horas negras hemos pasado esta noche!
¡Qué visiones viste, corazón! ¡Qué caminos recorriste!
Y más debe haber, en la aún más larga demora de la luz.

Con testimonio digo esto. Pero cuando digo horas,
quiero decir años, quiero decir vida. Y mi lamento
son llantos incontables, llantos como cartas muertas
enviadas a mi querido que vive, ¡ay!, lejos.

Soy hiel, soy acidez. El decreto más profundo de Dios,
el más amargo, me haría probar: el sabor era yo;
huesos formados en mí, carne llena, sangre que rebosaba de maldición.

La levadura del espíritu agria una masa insulsa.
Veo que los perdidos son así,
y su azote es como yo, su sudoroso yo, pero peor.


I wake and feel the fell of dark, not day.
What hours, O what black hours we have spent
This night! what sights you, heart, saw; ways you went!
And more must, in yet longer light's delay.

With witness I speak this. But where I say
Hours I mean years, mean life. And my lament
Is cries countless, cries like dead letters sent
To dearest him that lives alas! away.

I am gall, I am heartburn. God's most deep decree
Bitter would have me taste: my taste was me;
Bones built in me, flesh filled, blood brimmed the curse.

Selfyeast of spirit a dull dough sours. I see
The lost are like this, and their scourge to be
As I am mine, their sweating selves, but worse.


Gerard Manley Hopkins (1844-1889)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Gerard Manley Hopkins.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Gerard Manley Hopkins: Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día (I wake and feel the fell of dark, not day), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

«Interim»: Ray Bradbury; relato y análisis.


«Interim»: Ray Bradbury; relato y análisis.




«Y entonces se produjo un rápido y extraño «staccato»,
como si miles de manos golpearan las tapas de los ataúdes
en una histeria interrogativa.»



Interim (Interim) es un relato de terror del escritor norteamericano Ray Bradbury (1920-2012), publicado originalmente en la antología de 1949: Carnaval oscuro (Dark Carnival); y luego reeditado en la edición de julio de ese mismo año de la revista Weird Tales. No confundir con la historia del mismo nombre publicada en Crónicas marcianas [que describe la construcción de una ciudad en Marte], ni con el Interim publicado en la revista Epoch [que trata sobre viajes en el tiempo].

Interim, uno de los mejores cuentos de Ray Bradbury, nos sitúa en un cementerio, al atardecer. Los muertos empiezan a comunicarse bajo tierra dando pequeños golpecitos en sus ataúdes. La noticia de hoy tiene que ver con la señora Lattimore, fallecida y enterrada el año anterior, quien está a punto de dar a luz.

Interim es un cuento muy breve. En apenas unas pocas líneas, Ray Bradbury nos introduce en este cementerio rodeado de árboles. Un pájaro, «que estaba a punto de cantar», se queda en silencio al escuchar una «débil pulsación, un rumor» bajo la tierra. Los ataúdes empiezan sacudirse; sus habitantes dan «golpes lentos, uniformes y apagados». Al parecer, la tierra es un excelente conductor de estos sonidos.

Ray Bradbury comenta que no se trata de ruidos aleatorios, sino de un «código», una especie de lenguaje que utilizan los enterrados para comunicarse entre sí. Es un proceso tedioso, que finaliza cuando el mensaje llega «hasta que los enterrados a mayor profundidad». El mensaje del día involucra a la señora Lattimore, enterrada «hacía un año» en el «extremo norte» del cementerio, «bajo el árbol recubierto de musgo», poco «antes del nacimiento de su hijo». Dicen los muertos que era una muchacha bonita.


«Entonces, con uniformidad, con tranquilidad, golpe tras golpe, con un sistólico ruido sordo, uno tras otro, sonó la respuesta. El terreno se estremeció con ella y la repitió, una y otra vez, martilleando, alejándose en un silencio estremecedor, de sepultura.»


La señora Lattimore está dando a luz en su ataúd. La noticia corre entre los muertos, quienes se preguntan cómo será el niño, qué será. Ray Bradbury, por supuesto, deja la respuesta a la imaginación del lector:


Mientras el pájaro cantaba, profunda, muy profundamente, bajo la lápida con el nombre de la señora Latimore, se produjo un rasgueo y un retorcimiento y se escuchó un extraño sonido procedente de su ataúd enterrado bajo la tierra húmeda.


Interim es un cuento hermoso y, en particular, desconcertante. ¿Cómo se puede escribir la historia de un parto de ultratumba sin caer en lo macabro? Ray Bradbury lo consigue, quizás debido a la ausencia de artilugios y de un lenguaje gótico.

La idea de que los muertos se comunican mediante una especie de código subterráneo tal vez fue inspirada por el libro de Michaël Ranft: De Masticatione Mortuorum in Tumulis [«De la masticación de los muertos en sus tumbas»], donde se explica que los ruidos que se oyen en los cementerios están relacionados con las actividades de los muertos en sus ataúdes, como masticarse las extremidades. En el caso de Interim, el «código» consiste en pequeños golpes y pausas, un código telegráfico del más allá.

Sobre el parto de la señora Lattimore no tengo mucho para aportar. Resulta difícil encontrar una definición. ¿Cómo debemos llamar a la cosa sobre la que Ray Bradbury escribe? El bebé, el recién nacido, el recién muerto, seguramente hubiese sido un niño humano si la señora Lattimore no hubiera fallecido, pero ahora, con su madre muerta, ¿qué es? ¿Un no-muerto? ¿Un no-vivo? Y ahora que ha nacido, ¿en qué condiciones podríamos describir su existencia? No tengo ninguna respuesta satisfactoria, pero creo que el hijo de la señora Lattimore ha nacido a la muerte [ver: No-Muertos en el folklore y la psicología]

Hay una lectura más siniestra de Interim, que apenas me atrevo a mencionar. Podríamos pensar que no hay parto bajo tierra, sino la lenta corrupción del cuerpo de la señora Lattimore, que después de un año se ha deteriorado lo suficiente como para dejar al descubierto al hijo no nacido. Es una imagen horrible y triste.

El título del cuento, [interín, en español], es un desafío adicional, que esclarece en la misma proporción que oscurece. La palabra Interim pertenece al latín, y significa «mientras tanto», es decir, un intervalo de tiempo entre dos sucesos. También puede traducirse como «provisional» [de ahí la palabra «interino»]. En el cuento de Bradbury, el interín, el mientras tanto, el estado o situación intermedia, es tanto el embarazo de la señora Lattimore como su período en el cementerio. La sugerencia [Bradbury tiende a volverse lírico sobre lo morboso] podría ser que estar enterrado en un ataúd es análogo a la existencia en el útero materno. De hecho, el autor describe a los difuntos como «cada uno en un útero», es decir, en un ataúd.

Pero, ¿por qué sería enterrado el cuerpo de una mujer embarazada de nueve meses con su hijo todavía dentro? Sin embargo, la pregunta más pertinente es: ¿por qué está llegando a término [póstumo] justo ahora? Después de todo, la señora Lattimore lleva un año enterrada, y sabemos que eso fue justo antes de llegar a los nueve meses de embarazo. ¿Por qué ahora? [ver: El cuerpo de la mujer en el Horror]

Este debe ser un acontecimiento inusual, porque incluso los demás habitantes del cementerio están desconcertados. El pulso de los golpes subterráneos son una manifestación de «histeria inquisitiva». Es como si los propios muertos se preguntaran: «¿Cómo es posible?»




Interim.
Interim, Ray Bradbury (1920-2012)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


El murmullo atravesó el terreno de un extremo a otro; y no era muy grande: estaba limitado al este y al oeste por álamos, sicomoros, grandes robles y arbustos, y contenido al norte y al sur por una valla de ladrillos y hierro forjado. Un pájaro, que estaba a punto de cantar, permaneció en silencio y bajo la tierra se produjo una especie de débil pulsación, un rumor.

Los ataúdes, cada uno de ellos un útero de silencio, con su contenido rígido, cada uno profundamente enterrado, aislado, fueron golpeados lentamente. Las tapas y laterales de los ataúdes respondieron con golpes lentos, uniformes y apagados. La tierra condujo cada uno de los sonidos.

Todo comenzó en un cajón oscuro; el código golpeó y golpeó, pasando hacia el siguiente, donde una nueva, cansada y seca mano repitió el mensaje. Y así se fue transmitiendo, hasta que los enterrados a mayor profundidad lo escucharon y, de a poco, empezaron a comprender.

Al cabo de un tiempo, todo era como un gran corazón que palpitaba bajo la tierra. El murmullo sistólico continuó mientras el sol se ponía, más allá del horizonte. El pájaro, sobre el árbol, torció su cabeza de ojos redondos, esperando. El corazón siguió palpitando.

Lenta y dolorosamente, el golpeteo pronunció el nombre.

(Ella era la que había sido enterrada en el extremo norte, bajo el árbol recubierto de musgo, hacía un año, justo poco antes del nacimiento de su hijo. ¿La recuerda? ¡Era tan bonita!)

—Señora Latimore.

El latir del corazón martilleó, débil y lejano, bajo el césped.

—¿Has...? —preguntó el latido.

—¿Tú...? —siguió el latido con cansancio.

—¿Oíste? —preguntó.

—¿Qué... —??preguntó— está pasándole...? —continuó.

— ... a ella?", concluyó.

El latir del corazón se detuvo. Y los mil fríos contenidos de mil ataúdes profundamente enterrados esperaron la respuesta a la golpeante, lenta, muy lenta pregunta.

El sol colgaba justo por detrás de las lejanas colinas azules. Las estrellas brillaban pálidamente.

Entonces, con uniformidad, con tranquilidad, golpe tras golpe, con un sistólico ruido sordo, uno tras otro, sonó la respuesta. El terreno se estremeció con ella y la repitió, una y otra vez, martilleando, alejándose en un silencio estremecedor, de sepultura.

—La señora Latimore.

La pulsación profundizó más.

—Tendrá...

Lenta, muy lentamente.

—A su hijo hoy.

Y entonces se produjo un rápido y extraño staccato, como si miles de manos golpearan las tapas de los ataúdes en una histeria interrogativa.

—¿Cómo será? ¿Cómo puede ser? ¿A qué se parecerá? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

El golpeteo se desvaneció. El sol se elevó de nuevo.

Mientras el pájaro cantaba, profunda, muy profundamente, bajo la lápida con el nombre de la señora Latimore, se produjo un rasgueo y un retorcimiento y se escuchó un extraño sonido procedente de su ataúd enterrado bajo la tierra húmeda.


Ray Bradbury (1920-2012)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Relatos góticos. I Relatos de Ray Bradbury.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del cuento de Ray Bradbury: Interim (Interim), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com



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